Hoy he visto a una hormiga arrastrar una hoja diez veces más grande que ella.
Era una hoja seca, medio rota.
Pero la hormiga insistía.
He estado mirándola diez minutos.
Algo se ha ordenado dentro de mí.
Llevo siete meses viviendo aquí.
Duermo en una habitación que antes era un pasillo.
¿Simbólico? Puede. ¿Forzado? También.
Por la ventana entra brisa.
Las hojas de los árboles brotan como si nadie las estuviera mirando.
Y una mariposa, vacilando, me sigue por el camino.
Como si quisiera decirme algo.
O como si fuera tonta. No lo sé.
A veces me levanto temprano y salgo al jardín.
No hago nada especial.
Pongo la radio y fumo.
Y pienso: joder macho, qué guapo.
Pero normalmente me levanto y abro el móvil.
Desayuno insta, y el hechizo se rompe.
Veo a gente que tiene tiempo para planear sus carreras.
Gente que habla de procesos creativos y diagramas de flujos.
Personas que dicen “tengo que meterme las rayas por el culo”,
completamente fuera de sí mismos, porque se acaban de hacer
una rinoplastia.
Y vuelvo a odiar.
Me arde algo en las venas.
Lo escribo, quizá así no me quemo.
Pero acabo viéndolo bello.
Los ricos no soportan el silencio.
Por eso desarrollan enfermedades como el tinnitus.
No pueden vivir sin una app que les diga cómo respirar.
O cómo dormir sin una radiofrecuencia sonando en sus AirPods.
No dan sin recibir algo a cambio.
No pueden amar.
Yo vivo sin hablar con nadie durante días.
No busco nada.
No puedo permitirme otra cosa.
Y me gusta.
No siempre.
Pero a veces, mucho.
He recogido tres mandarinas del árbol.
Una tenía una hoja enganchada.
Me ha parecido más bonita con la hoja que sin ella.
He entrado en casa pensando:
muchos ricos nunca entenderán esto de la misma manera que yo.
Nunca entenderán que eso pudo salvarme el día.
Porque ellos ya no tienen días.
Tienen agendas.
A mí me da vergüenza venderme.
Ellos tienen estrategias de comunicación.
Yo tengo intuiciones.
Ellos tienen abogados y asesores.
Yo tengo una gata que me ignora.
Ellos tienen servicio.
Yo tengo recursos.
Yo tengo recuerdos.
Y, aún así, sigo.
No estoy mal.