No tengo muy claro por qué empiezo esto.
No tengo claro nada, en realidad.
Esto no es un diario.
No es una newsletter.
No es un archivo.
La idea es publicar aquí una vez por semana.
Aunque no prometo nada.
Ya veremos.
Me gustaría que esto me ayudara a poner un poco de orden.
O al menos a aceptar que no lo hay.
Últimamente pienso bastante en qué hago exactamente con las imágenes.
Tengo la sensación de que solo recojo cosas porque no sé que más hacer, como un coleccionista aburrido.
Recuerdo, antes de los antidepresivos, sentirme como un cazador. Me viene a la memoria una frase de Chris Marker que me envió Carmela:
“La foto es la caza. Es el instinto de la caza sin el deseo de matar.
Es la caza de los ángeles… Ojeas, apuntas, disparas y ¡clac!,
en lugar de un muerto, tienes un eterno.”
Me siento como si capturar fuera una forma de calmar la ansiedad de no estar entendiendo nada… No sé
Foto, cine, arte… no los pienso como lenguajes separados.
Los uso como puedo.
A veces salen bien. La mayoría no.
A veces me gustaría olvidar por qué empecé a hacer todo esto.
Siempre me ha costado identificarme como fotógrafo. No me gustan, en general me parecen unos frikis y unos pervertidos. Tampoco me gusta llamarme artista. Me da cringe, igual que me da cringe decir que soy director.
Me pasa con casi todas las etiquetas.
Pero encontré una con la que sí me identifico:
Quiero identificarme como un proyecto.
Un proyecto en curso. Inacabado.
Algo que está en construcción constante,
como esa web que siempre que entras dice ‘work in progress’.
Y aunque diga esto hoy, puede que mañana cambie de opinión.
Aprovecho para decir algo que me ronda la cabeza:
Yo no tengo voluntad de vendedor ¿Vale? No me interesa colocarme en la industria como un producto simpático.
Mi visión y capacidades son otras.
Intuitivas, poéticas, a veces difusas. Y eso tiene un precio.
Siento que a veces se me sigue en silencio. Que cogen algo de mí, lo empaquetan bien, y lo venden mejor. Y ahí estoy yo, pobre como una rata, viendo cómo lo mediocre se inspira en mí con total tranquilidad.
Hay algo que me aleja de la mayoría de creativos con los que he coincidido, sobre todo en Barcelona, porque son los que tengo desvirtualizados. No por una cuestión de técnica ni de gustos.
Es más una cuestión radical.
Veo que la mayoría se miran de reojo entre ellos. Referencian a su vecino, a su ‘‘colega’’, a algún random de internet que hace lo mismo que ellos pero un poco distinto.
Y lo reproducen. Lo modifican. Lo disimulan.
Pero lo copian.
Hay una endogamia brutal y grotesca en una ciudad tan pequeña. Ya tenemos una edad en la que la burguesía no se puede esconder, y esa “u” que debería ser muda se asoma por todas las costuras.
A veces me siento rodeado de mendigos de lo estético, enemigos del buen gusto.
Vagabundos sin alma que saltan de un sitio a otro según suene un sonido u otro.
Admiro el trabajo de algunos, claro.
Pero suelen ser personas que no responden a lo que se espera,
ni al ritmo que se impone.
En general,
mis amigos.
💔
💐